19 de septiembre. Colonia Jardín Balbuena, Ciudad de México.
Ayer por la noche llegó mamá. Quiere estar en la clínica como hace doce años estuvo y como lo hizo el año pasado con la cirugía de riñón de mi papá. Un compa y su novia me llevaron a la terminal de autobuses en un trayecto rarísimo. Fuimos escuchando podcast de cosas paranormales, en silencio, en incómodo silencio. Ya en la terminal, el autobús de mi madre se retrasó y el silencio se hizo más incómodo sin podcast de por medio. Para estar a menos de 24 horas de una cirugía, esta mierda de incomodidad por la obligación de hacer un favor, está más allá de todo.
Por eso las redes de apoyo, familia, amigos y demás son importantes, por la solidaridad. Las amistades, las relaciones familiares y sentimentales no son incondicionales; uno está para los demás en medida en que esas personas se cuiden, se dejen ayudar, se quieran y uno pueda ver esos progresos; cambios y mejorías en cada persona dentro de esa red. O sea, no hay que hacer nada a fuerza, ni los favores ni el amor, pues.
Lo bueno es que eso, soy muy afortunado de tener familia y amigos presentes en todo este proceso. Ya es el día de la cirugía y Badu nos llevó a mamá y a mi al a clínica. Llegamos temprano, esperamos un rato en lo que llenábamos el papeleo y tenían la habitación lista. La clínica está en la colonia Jardín Balbuena, sobre una avenida muy transitada que proporciona ruido y vibración del edificio a toda hora. Emociones fuertes para el 19 de septiembre, recordando los sismos de 1985, 2017 y 2021 con simulaciones sensoriales, sonoras y simulacros oficiales.
Una vez canalizado y con el culo al aire con la típica bata de hospital, llegó la anestesióloga (¿anestesista?) para anunciar que no sería anestesia general, sino el bloqueo, la raquea, la de embarazadas. Hace doce años me pusieron esa anestesia, se regaron gotas del líquido céfalo raquídeo y resulta que generarlo es muy doloroso: jaquecas y migrañas constantes más dolor de espalda, incluyendo la recuperación de las rodillas. El asunto es que pasar de nuevo por ese proceso de nuevo no suena para nada apetecible.
Posición fetal, relájate, respira profundo, vas a sentir una pinchazo, ahí exhalas. Es importante que te relajes y estés flojito porque si no te puedo dejar paralítico. Estas son las instrucciones que te van diciendo mientras te palpan el espacio entre las vértebras para ver si será más o menos sencillo el proceso. Lo bueno es que fue rápido y el efecto de la anestesia comienza a sentirse pronto.
Badu se fue antes de estar canalizado en el cuarto, mi mamá se quedó con todas las cosas y comenzó el viaje al quirófano. Antes de esto y antes del anestesia, a eso del mediodía, comenzó el simulacro nacional: alerta sísmica con todo y vibraciones por cada camión y vehículo pesado que pasa por la avenida. Se siente muchísimo más todo cuando uno sólo está acostado en una cama de hospital, entre tanto movimiento, hasta los latidos del corazón se sienten en la cama.





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