Autor: Yukio Mishima.
Año original de publicación: 1968.
Considerado uno de los escritores japoneses más importantes del siglo XX, el ensayista, novelista, poeta, dramaturgo, guionista y crítico Yukio Mishima, terminó con su vida en 1970, a los 45 años de edad, dejando una obra prolífica, bella y profunda. El Sol y El Acero lo publicó un par de años antes de morir por seppuku, el ritual de suicidio japonés relacionado con los samurais y las clases aristócratas japonesas.
Este ensayo es un resumen de su filosofía de vida, de la disciplina que se auto inculcó para dejar de ser un joven enclenque, talentoso, débil y precoz a un adulto fuerte, imponente, maduro e implacable. Descendiente de familia de samurais y siempre codeado con clases altas por asistir a colegios elitistas, Mishima siempre aspiró a lo más alto con sus contactos, la exigencia y su talento literario que desde muy joven lo destacó.
El Sol y el Acero es la comparación que hace Mishima de su cuerpo bajo el sol, moldeándose con la actividad física y el rigor para cultivar la belleza en él, similar al acero que se debe calentar al rojo vivo y martillar con fuerza, rigor y disciplina para hacer una espada filosa, mortal, ceremonial. La lucidez de Mishima alcanza para sus valores de ultraderecha bien cimentados y para convencer a la izquierda más progresista de que hay puntos en común para debatir y construir.
Mishima deja su cosmovisión misógina, elitista, de ultraderecha, tradicional y a favor del imperio japonés en cada una de estas páginas. También deja el testimonio de que el arte no entiende de ideologías, sino de belleza, de estética, de armonía. Porque hoy en día el discurso de Mishima suena más de izquierda y progresista que muchos contemporáneos que se dicen tolerantes y abiertos. El mismo honor japonés que en occidente exaltamos tanto debe ser factor por lo cual estudiantes, obreros, políticos y artistas contrarios a su ideología lo respetaron tanto.
Con El Sol y El Acero, Mishima confirma de lo que viene escribiendo en sus años previos, consolida sus valores y deja casi un manual de cómo encarar la vida cuando él ya no esté. Para alguien que financió su propio grupo autodefensa y que creía ciegamente en el nacionalismo japonés era más que necesario dejar cada una de sus ideas plasmadas en páginas que destilan convicción.
Yukio Mishima murió a los 45 años después de una operación fallida para incentivar la restitución del imperio japonés. Dejó todo preparado para la defensa legal de sus cómplices que sobrevivieron y fueron capturados, dejó los fondos necesarios y ese mismo día mandó el manuscrito de su última novela a su editor. Fue alguien que vivió con sus ideales y murió por sus convicciones. La literatura japonesa no se entiende sin él, el arte mundial no se entiende sin su presencia, sin su vida, sin su muerte.





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