Autor: José Agustín.

Año original de publicación: 1996.

La identidad contemporánea de México es compleja, rica y extensa. Después de los procesos de independencia, las Leyes de Reforma y la Revolución Mexicana durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX, el país convulsionado tanto en lo político como en lo social no tuvo el tiempo de reflexionar sobre sí mismo, sobre su gente y lo que ahora la podría definir como pueblo.

Ya hacia finales del siglo (y del milenio), José Agustín se propone a analizar los movimientos contraculturales en México, enfocándose de mediados del siglo XX en adelante. Agustín entiende los procesos posteriores a la consolidación del país y a la extensa influencia que hubo después de la Segunda Guerra Mundial, porque la migración a Estados Unidos, los mexicanos que siguieron en los territorios perdidos y la influencia americana en la sociedad mexicana comenzaban a ser cruciales para el entendimiento de todo lo que vendría después. Sin embargo, el análisis de la contracultura se enfoca en lo que en su tiempo fue lo marginal, lo ignorado e infravalorado. José Agustín lee a los chicanos, a los pachucos y a los cholos con la importancia que merecen como pilares de contemporaneidad en México, pilares ignorados.

De ahí se desprende todo: la migración, la identidad, el rock and roll en el país y su criminalización por parte del gobierno; las drogas – marihuana, LSD, hongos alucinógenos, cocaína, etc. – y la exploración espiritual desde su consumo para la expansión de la conciencia; el cine, el teatro, la poesía y la literatura contracultural que rompían (de forma consciente o no) las formas establecidas, la narrativa convencional y los temas típicos. Siempre reconociendo las influencias que vinieron de fuera – el movimiento beatnik, el blues, el rock and roll, el movimiento hippie, Woodstock y demás –, siempre de la mano de la juventud, la creatividad y la exploración.

Hacer esta lectura a contrapelo desde la perspectiva actual conlleva encontrar que, lo que fue contracultural en su momento, hoy podría ser un rasgo hegemónico y canónico de la disciplina que se elija. José Agustín fue parte de esa misma contracultura que él analiza en su libro y luego se convirtió en influencia de autores, creadores y críticos. Entendiendo que la contracultura se alimenta de distintas influencias propias y ajenas, ¿qué podríamos considerar contracultural en la actualidad?.

Pronto habrá más contenido en distintos formatos. Sigan al pendiente.

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La chamba

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